Pancho Villa visitaba el Pueblo de San Pablo, hoy Meoqui a jugar al Rebote y comer Guisado de Abigeo
Este 5 de junio se conmemora el 146 Aniversario del Natalicio del Centauro del Norte
(Noticias de Meoqui, Chihuahua) — José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Francisco Villa, nació en Rio Grande de San Juan del Rio en el estado mexicano de Durango, de donde salió huyendo a temprana edad al defender a su hermana de un hacendado que la trato de mancillar, hiriéndolo de gravedad, no tuvo opción más que de huir, de ahí se enfila a las compañías de asaltantes y salteadores de caminos, no le quedó otra opción para sobrevivir.
Con el paso del tiempo fue madurando y sus hazañas y asaltos fueron haciéndose notables hasta que fue llamado el Robin Hood mexicano ya que, con lo obtenido de los robos, apoyaba a las personas más humildes de aquellos tiempos, entre otras cosas negativas y positivas se hablaba de Francisco Villa.
Por todos reconocido como uno de los principales caudillos de la Revolución Mexicana, en 1910 se unió a la causa de Francisco I. Madero en su lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz y demostró una habilidad innata para la guerra, al grado que, el 21 de mayo de 1911, estaban firmando los tratados de paz en La Heroica Cd. Juárez, donde concluye la primera etapa gloriosa, debido a la dimisión de Porfirio Díaz como Presidente de la República.
Al paso del tiempo se tornó más importante por sus campañas en todo el país y llego a ser nombrado Gobernador provisional del estado de Chihuahua, donde se reveló como un gran estadista, promotor de la educación, buen administrador y vigilante de los precios de la canasta básica, entre otras cosas. Pero una de ellas fue su lema:
El país debe ser gobernado por alguien que realmente quiera a su gente y a su tierra y que comparta la riqueza y el progreso.
Cómo gobernador de Chihuahua compartió riqueza y progreso, le duela a quien le duela fue congruente con su hablar y hacer, pero amigos lectores les quiero comentar la relación que tuvo nuestra comunidad de San Pablo, hoy Meoqui, con el Centauro del Norte.
El General Francisco Villa visitaba esporádicamente al pueblo de San Pablo con varios fines; el primero, que Meoqui era el granero del estado, era el único lugar que garantizaba forrajes y granos para la caballada de la División del Norte, además, aquí tenía varios miembros de sus Dorados, como fueron: el Cnel. Emilio Salgado, Cnel. Silverio Tavares, Gral. Francisco Portillo, Cnel. Domingo Colomo, Cnel. Jesús Saldívar, entre otros, con los que se reunía y compartía el guisado de abigeo aquí en san Pablo, ellos fueron parte del grupo denominado los Leones de San Pablo, que acompañaron al centauro del Norte en muchas campañas de la Revolución.
Venía a san Pablo, además de saludar a las personas, le gustaba jugar rebote con bola dura, san Pablo estaba lleno de lugares de rebote en todo el casco viejo, podemos nombrar algunos:
Uno estaba por la calle dos de abril y Juárez, que era el lugar favorito para jugar y uno de los vecinos le cuidaba su famoso caballo 7 leguas, con la familia Reza.
Otro rebote, cerca de la rivera del Rio, calles Álamo y Mina, llamado el de Calder y el que actualmente sigue vigente, el del sr. Francisco Martínez, en las calles Portillo y Gómez Farías que es un lugar más reciente.
En estos lugares atendían al Gral. Villa cada vez que estaba en el pueblo de San Pablo, hoy Ciudad Meoqui. cinco lugares donde se podía jugar rebote con bola dura; comentar que, también existían rebotes en Estación Consuelo y Col. Lázaro Cárdenas. Existen muchas anécdotas de esos encuentros deportivos, pero todavía no hemos escuchado alguna donde el Gral. Villa haya perdido un encuentro.
Vaya pues nuestro comentario como un reconocimiento al Centauro del Norte y su relación con nuestra comunidad, que por ser un gran productor de granos y forrajes siempre estuvo en paz, con la vigilancia y el ojo avizor del Centauro del Norte Gral. Francisco, acompañado siempre por sus famosos Dorados.
Amigo lector gracias, visite, San Pablo, hoy Cd. Meoqui con más de 3 siglos de historia.
Por Profr. Francisco González Carrasco, Cronista de Meoqui.