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Conoce: La historia de la sombra misteriosa que habita una casa de la calle pípila de Meoqui

En aquellos tiempos donde en Meoqui, eran contados los vehículos a motor, y abundaban las carretas.

Conoce: La historia de la sombra misteriosa que habita una casa de la calle pípila de Meoqui
En aquellos tiempos donde en Meoqui, eran contados los vehículos a motor, y abundaban las carretas.

 

(Meoqui, Chihuahua).- Meoqui es un pueblo con muchos años de antigüedad y con muchas historias, las cuales, a lo largo de los años cada vez se van perdiendo con la partida de las personas más añejas que habitan esta ciudad. Conoce: La historia de la sombra misteriosa que habita una casa de la calle pípila de Meoqui.

Tuvimos la fortuna de platicar con doña María, una señora de avanzada edad, a la cual, le preguntamos si tenía alguna historia que nos pudiera compartir para poderla documentar y compartirla en este medio, a lo cual amablemente accedió.

En dicha plática, nos relató varias historias que a ella le tocó vivir, en aquellos tiempos donde en Meoqui, eran contados los vehículos a motor, y abundaban las carretas, siendo el medio de transporte que más usaban en aquellos años.

Buenas noches doña María, ¿cuál es la historia que nos puede hacer el favor de contar el día de hoy? iniciamos preguntando, a lo que nos empezó a contar su relato:

“Buenas noches mijo, me acuerdo cuando nosotros vivíamos en la que hoy es la calle pípila más o menos, era una vieja casa de adobes que compró papá, donde la familia utilizaba el patio como establo, ahí nos mandaban a ponerles pastura a los animales (caballos); desde chicas nos iban enseñando a mí y a mis hermanas en ayudarles con eso, en tallar la ropa y preparar la comida.

El baño de nosotros estaba a un lado de los bebederos del establo, era un cuartito muy chico, para salir a ‘hacer’, teníamos que salir hasta el fondo del patio, muchas veces nos daba miedo (a ella y sus hermanas) en las noches y mejor nos aguantábamos.

Un día en la noche yo tuve que salir porque ya no aguantaba las ganas de ir al baño, saliendo en el camino, vi que una sombra grande me perseguía, nosotros no teníamos focos en el patio como los hay ahora, yo me fui corriendo a la casa muy asustada y me tapé con las cobijas, yo no les conté nada a mis hermanas ni a papá ni mamá.

Días después de eso, a mi hermana ‘Licha’ le pasó lo mismo, fue cuando supe que no me imaginaba yo cosas, salió en la noche a hacer del baño y regresó llore y llore bien asustada. Se despertó mamá preguntando: ¿Qué tienes mija, qué te pasa?, y mi hermana chillando le contestó que la había ‘corretiado’ una sombra negra cuando venía saliendo del baño. Esa vez se quedó licha a dormir en el catre con mis papás.

Pasando unos días, también escuchamos mis hermanas y yo que papá le estaba contando a mi amá que también había mirado una sombra, que hasta los caballos relincharon cuando la vio, pero nomas fue el susto que se llevó”. Nos contó la señora en un inicio, mientras llegó su nieta a darle sus pastillas que toma por las noches, acompañadas de una taza de leche tibia.

Después de la necesaria interrupción, doña María nos siguió contando lo que pasó después:

“Algunas gentes que llegaron a venir de visita aquí a la casa, nos dijeron lo mismo, que habían visto una sombra rara, nosotros nunca le contamos a nadie, lo dejamos para nosotros nomas. Después ya que fallecieron mamá y papá, nos repartimos el terreno, cada quien fincó sus cuartos, el baño lo cambiamos pa’dentro de la casa, vendimos los animales y quitamos el establo del patio. Ya la casa está muy cambiada, no es como era antes, todo Meoqui cambió.

Ahora en estos tiempos, mis nietos que a veces se quedan en la casa cuando vienen a visitarme, me han contado que han visto una sombra, me han dicho que la miran que va y se desaparece en el zaguán (lo que es ahora un portón donde guardan sus carros). Me cuentan que por las noches, han escuchado también unas cadenas que se arrastran, que escuchan golpes en la pared, yo también los escucho a veces, como si fueran las herraduras de los caballos, cuando aquí ya no tenemos, si son muchas cosas las que escucha uno en estas casas viejas, sabrá mi padre Dios por qué será”, concluye así su relato Doña María, quien vive ahora en una casa ubicada en el barrio nuevo.

Esta es solo una de las historias que nos contó esa vez, en unos días publicaremos las otras historias que nos dejó la plática con Doña María.

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